Ama las bonitas consecuencias de tus miedos,
y tus miedos dejarán de serlo.
Como el frío; empecé temiéndolo, pero ya
me he encariñado con los tés calientes a cualquier hora, las mantas de colores
en cualquier lugar, los abrazos repentinos como medio para combatirlo, el suelo
que mantiene el calor, las toallas calientes colgadas de los radiadores al
salir de la ducha, soplar fuerte al aire para crear nubes grises, hacer dibujos
sobre el vaho en los cristales, abrazar las tazas ardiendo para calentarme las
manos; y claro, ya no puedo temer al frío, porque me gusta todo aquello que
hago para evitarlo.
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