10 de octubre de 2013





Ama las bonitas consecuencias de tus miedos, y tus miedos dejarán de serlo. 

Como el frío; empecé temiéndolo, pero ya me he encariñado con los tés calientes a cualquier hora, las mantas de colores en cualquier lugar, los abrazos repentinos como medio para combatirlo, el suelo que mantiene el calor, las toallas calientes colgadas de los radiadores al salir de la ducha, soplar fuerte al aire para crear nubes grises, hacer dibujos sobre el vaho en los cristales, abrazar las tazas ardiendo para calentarme las manos; y claro, ya no puedo temer al frío, porque me gusta todo aquello que hago para evitarlo.



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